En danza Alicante, con Marisa Pernías. Entrevista personal.

En danza con Marisa Pernías

A veces los padres tomamos decisiones que marcan el futuro de nuestros hijos, ya sea movidos por reforzar unas virtudes o por paliar algunas carencias... Y el tema es que en ocasiones, triunfan. Es el caso de Marisa Pernías, sus padres decidieron apuntarla a ballet con apenas 4 o 5 años para que ganase en ritmo y movimiento. El resultado: una amante del baile y la expresión corporal, un entusiasta de la armonía individual de cada uno y una profesora empática y cercana que ha logrado crear escuela en Alicante. Hoy te contamos su historia.

Para Marisa Pernías, alicantina de pro, bailarina profesional y gerente de En Danza, dice que todo el mundo puede bailar. En octubre hace ocho años desde que abrió la academia por primera vez y desde entonces solamente se ha tomado un respiro por el nacimiento de su hijo Nicolás. Hoy nos cuenta su historia y nos acerca su mundo, el mundo del baile, para que conozcamos cómo alguien se abre paso en este sector tan exigente. También nos deja varias lecciones: no todos los bailarines buscan focos y escenarios, otros prefieren transmitir y enseñar... Y no todas las disciplinas deben ser estancas, ¿por qué no mezclar y dejar que cada uno aporte su individualidad y estilo?. Gracias Marisa, en la siguiente vida quiero ser bailarina... ¿O lo intento en esta?.

 

Marisa, con apenas cuatro años tus padres te introducen en el mundo de la danza porque...: Porque era arítmica (risas). En mi caso, cuando en las reuniones familiares la gente decía "a ver cómo baila la chiquilla", el espectáculo era que no daba ni una. Mis padres simplemente decidieron apuntarme a una escuela de ballet clásico y baile español del centro de Alicante y... hasta ahora (risas).

 

 

Has dedicado tu vida a formarte como bailarina y como profesora de baile ¿verdad?. ¿Cómo empezó tu formación?: Así es. Empecé haciendo ballet clásico y danza española a nivel académico. En esta academia mis profesoras se formaron y se sacaron el título de “teacher” de la Royal Academy y fue entonces cuando aproveché y también me saqué la carrera de la Royal justo hasta el nivel Advanced. Con esta titulación estoy capacitada para impartir clase hasta el nivel que yo tengo e incluso preparar a las personas para examen.

Estabas estudiando en el instituto y al acabar accediste al grado de Filología Inglesa, ¿y eso?: Pues me encantaba el inglés, y por eso de estudiar algo ¿verdad?. Pero la verdad es que fueron realmente dos años para darme cuenta de lo que realmente me gustaba era el baile. Por lo menos sirvieron para eso (risas).

 

 

Después de ese cambio de rumbo, descubriste el título propio de Coreografía en Danza Contemporánea de la Universidad Miguel Hernández en Altea. Me parece que fue una época muy buena para ti: Sí, sí lo fue, aquello era impresionante. Estábamos en la facultad de Bellas Artes, compartíamos espacio con artistas, escultores, gente que se estaba formando igual que nosotras, cada uno en su disciplina artística... Había mucho ambiente artístico y siempre estábamos en relación. Allí trabajé con profesionales que estaban en activo, que tenían sus compañías… Mi primer profesor fue Toni Aparisi, de la compañía Ananda Dansa. Además también he estado en Pineapple Dance Studio de Londres.

Es en la época estudiando en Altea cuando cambió mi percepción de la creatividad y de que cada cuerpo es diferente, de que cada persona es diferente.

 

¿Cómo fue este cambio de percepción, por qué fue?: En Altea bailaba con gente de Rioja, de Sevilla, estábamos allí todos mezclados, y cada una venía con una formación diferente, con un cuerpo diferente. Yo era muy pequeña, con la que hice la audición era una pica, había otra que era más gruesa… ¡Y no por ello no podían bailar!. Sí que es verdad que el mundo del ballet clásico está muy estereotipado, pero yo no lo veo así. Para mí todo el mundo es capaz de bailar, todo el mundo es capaz de sacar algo, obviamente igual no levantan la pierna y se la pegan a la oreja, pero no es lo que busco tampoco.

 

 

Y esta visión es lo que te ha movido siempre ¿verdad?: Sí, al final es simplemente saber que no hay que encasillarse en un estilo. Hace diez años, incluso antes, yo ya sabía que el futuro de la danza era esta mezcla de estilos, esta mezcla de formaciones: clásica, urbanza, jazz, break... Incluso eso lo podemos ver reflejado en los nuevos programas de televisión de danza (risas).

¿Qué pasó cuando acabaste la formación de Coreografía en Danza Contemporánea de la Universidad Miguel Hernández?: Pues que me di cuenta de que faltaba la parte pedagógica, el cómo dar clase, la didáctica. Entonces es cuando miré hacia el conservatorio de danza. Es allí donde me dan todas las herramientas que no me habían dado técnicamente o artísticamente o creativamente por el otro lado. Allí obtuve el Título Superior de Danza.

 

 

Y cuando acabaste todo este periplo de títulos y cursos ¿qué?: Eso mismo me pregunté yo. Por aquél entonces mis reflexiones fueron: "He bailado mucho, todo lo que me hubiese gustado experimentar o explorar ya lo he hecho... O me voy a hacer audiciones o me dedico a dar clases".

Y ganó lo segundo: Sí, porque la docencia siempre me ha gustado mucho. Durante mi formación compaginaba la carrera de la Royal Academy con los cursos de Coreografía en Danza Contemporánea en Altea. Me pasaba una hora en el "trenet" para ir y venir. Y en la escuela en la que yo me estaba formando me dieron la oportunidad de dar clase en danza contemporánea. Me pasaba el día bailando, era una locura.

Además, a ti te tira la tierra, que lo sé yo: Sí, sí me tira. Mis padres siempre han querido que me fuese por ahí a probar suerte pero yo no puedo separarme de mi tierra. He salido muy hogareña, como mi madre. Y es que siempre había pensado en tener una escuelita. Y al final me di cuenta de que me había formado para tener algo propio, yo soy de las que piensan que lo mejor es trabajar para uno mismo y hacer las cosas como uno quiere.

Entonces aparece tu primera escuela de danza, Dance Project: Sí, esa fue mi primera escuela. Mi padre y yo encontramos el local perfecto, que es este mismo. Junto con una socia abrimos una academia diferente, con otro punto de vista, algo rompedor a lo que se conocía. Ahí es cuando pasé verdadero miedo, cuando vi que mi sueño se hacía realidad. En octubre de 2010 abrimos las puertas de la academia, la que ahora es En Danza.

El cambio a En Danza fue en el 2015, tras tu embarazo: Sí, tras dar a luz a mi primer hijo en marzo de 2015 todo cambió. Mi socia y yo decidimos separarnos y comencé una nueva vida en la academia. Volvi a centrarme y a establecer mis prioridades, de hecho hice una visita a mi antigua academia, la que me vio nacer, y fue muy enriquecedor. Llevaba mucho tiempo sin visitarles. Digamos que hice el típico cliché de "año nuevo, vida nueva", y para bien.

A veces un hijo te cambia la vida, y más de lo que te podrías imaginar ¿verdad?: Sí, puede verse así. Cuando decidí seguir con la academia en solitario me vine a pintar el local y sentí esa sensación de empezar de cero otra vez. Y pasó a llamarse "En Danza" que era un nombre que a mí siempre me había gustado mucho.

¿Por qué te gustaba?: Hay una frase hecha que dice: “ya estás en danza”, que significa que ya estás moviéndote, el típico “ale, venga, vamos”. En el escalón de la entrada pone “implica movimiento”, como complemento al nombre. Y es que estar en danza es estar moviéndote. Este nombre ya se lo dije yo a mi padre cuando vimos el local y cuando le conté a que de ahora en adelante iba a estar yo sola en la academia él me dijo que ya tenía comprado desde hace años el dominio de “endanza.es” y “endanza.com”. Me dejó helada.

 

 

En junio hace tres años que pasó este cambio de rumbo y comenzó En Danza. Cuéntanos, ¿qué ofreces en la academia, qué puede encontrar la gente que viene aquí?: Se puede encontrar de todo. Hay clases de adultos y de niños. E incluso a la vez que se da Clásico 1 para niños de 5 a 7 años, hay otra clase pensada expresamente para las mamás. Podemos encontrar disciplinas como ballet clásico, danza contemporánea, danza urbana, flamenco, tanto para jóvenes como para mayores. Hay clases de predanza para los más pequeños…

 

 

He oído que tienes muchos alumnos de predanza. Eso es muy positivo, es la cantera: Sí, estoy que no quepo en mí de gozo porque es lo que dices, es cantera para el futuro. Para mí, que los niños y niñas se enganchen con el ballet es muy importante, y es que es la base para poder hacer cualquier otra cosa según mi punto de vista.

Así que, como nos has dicho antes, lo que tú ofreces en la academia son estilos personales: Sí, al final todo lleva mi bagaje, mi sello y mi experiencia, que no puedo negar que vienen del clásico, del baile español y sobretodo de la danza contemporánea, claro. Yo soy de las que pienso que hay que salirse de lo establecido, que está muy bien que el break dance sea eso, pero se pueden hacer muchas más cosas con la base del break dance, ¿verdad?.

 

 

¿Cómo crees que han afectado los programas de baile de la televisión a tus clases y al mundo de la danza?: A mí me sorprende que ahora los chavales de 18 años me digan que entre sus hobbies está bailar cualquier disciplina. Ahora el mundo de la danza está mucho más abierto a la sociedad que antes, no hay tanto estereotipo pero sigue existiendo, sobre todo en el mundo masculino. Es decir, cómo percibe la gente al bailarín masculino.

¿Y qué le dirías tú a la gente para que se animase a bailar? ¿Ya sea profesionalmente o para entretenerse?: Sea para lo que sea, creo que la danza te abre un mundo de posibilidades de conocimiento de tu cuerpo y es que aprendes a unos niveles que sólo un bailarín es capaz. Hay una cosa que llamamos propiocepción, que es saber cómo está mi cuerpo en este momento, aunque no me haga falta verlo. Esto se extiende incluso a saber cómo está mi cuerpo interiormente.

Los que hacemos danza captamos, tenemos como pequeñas antenitas en el cuerpo, y creo que eso lo da el baile. Y también aporta el saber manejar las habilidades corporales con los demás. Y de hecho hacemos experimentos en clase para ver si van evolucionando o no.

¿Cómo son estos experimentos?: Pues observamos la manera de darse un abrazo. Por ejemplo si pones a darse un abrazo a un niño y una niña de 12 años. Ellos si pueden lo evitan en su mayoría. La danza es contacto, es confianza en los compañeros. Cuando pasa el tiempo, les vuelvo a decir que se den un abrazo y entonces ya ves como hay más acercamiento.

Supongo que también entra a formar parte de la ecuación la confianza ¿no?: Sí, claro. Coges más confianza, y es lo que yo pretendo generar en las clases, que haya empatía, compañerismo. Que si alguien tiene una dificultad no sea yo la que le ayude, sino que lo hagamos entre todos. Yo estoy de guía, en realidad. Yo os enseño lo que sé, pero los que tenéis que ir un poco más allá sois vosotros. Yo os doy, pero vosotros también tenéis que dar. Si me pedís más, os voy a dar más, todo lo que sea. No nos tenemos que conformar con lo que sabemos, con asistir a clase…

 

 

Si tuvieras que decir las tres cosas que más aprecias que te ha dado la danza, ¿qué dirías?: Mira, a mí la danza, primero, lo que más me da es libertad. Libertad para hacer lo que he querido. Luego amor, en términos generales, todo lo que engloba el amor: la empatía, la pasión, la dedicación, todas las pequeñitas cosas que engloban el amor por algo. Creatividad, el “dar alas” a la gente.

A través de la danza quiero dar las herramientas necesarias para que la gente tenga autoestima y se valore, y sepa que es capaz de conseguir cualquier cosa con trabajo y dedicación.

 

El trabajo con disciplina, poquito a poquito: Yo siempre les digo que lo que pasa aquí lo pueden extrapolar fuera de la escuela, es lo mismo. Tú a lo mejor te pones delante de una fórmula de química y dices “ostras…”, pero a lo mejor dentro de tres meses ya la sacas. Pues es lo mismo. Yo intento transmitir el mensaje a mis alumnos de que tienen que ser dueños de su propia vida, que nadie les diga lo que tienen que hacer, que sean ellos realmente los que decidan qué quieren hacer.

Yo enseño coreografía y pasos, pero no quiero que Ainhoa se mueve igual que Ana. Ella va a tener su movimiento y tú vas a tener el tuyo, aunque sean los mismos pasos, pero cada uno tiene que ser diferente. Entonces yo quiero dar esa individualidad y ese empuje para que ellos se vean capaces e independientes, que sean autónomos y que se sepan gestionar, o autogestionar.

 

 

Y ya para acabar, ¿qué previsión futuro tienes tú con la academia? ¿Tienes algún proyecto?: Quiero montar una minicompañía, no profesional, sino amateur, pero con gente de la escuela. Ese es mi próximo proyecto, mis ganas están ahí. Me gustaría mezclar a la gente de teatro y al profesor de kapoeira -que es mi marido-, que puede dar un acondicionamiento físico, nos puede poner a tono (risas). Ese es ahora mi objetivo, a ver cómo sale.

 

EN DANZA

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Protagonistas

14-06-2018

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