Hartazgo subiliminal, la alarma para cambiar tu manera de pensar

Hartazgo subliminal

El otro día vi una imagen de un amigo el día de su cumpleaños. El número treinta y nueve flameante sobre una mini tarta de manzana, él medio sonriente, con cara de circunstancia, no podrías adivinar si estaba feliz por la fotografía que le estaban haciendo o realmente incómodo. Esa es la mueca que percibí desde el otro lado de la pantalla, en mi casa. Y esa imagen me dio que pensar, y mucho...

Aclaro inicialmente que este no es un amigo del alma, ni de la infancia, ni de la universidad, ni de la vida… Este es un amigo que llamas amigo por llamar algo, es más que un mero conocido, pero tampoco es amigo íntimo, así que lo dejamos como amigo a secas.

El caso, me hizo reflexionar su fotografía publicada en una red social. Siempre me he considerado una persona bastante intuitiva, con la edad mucho más, y esta imagen me transmitía mucho. Sus ojos estaban rodeados de oscuras sombras, ojeras enormes que le daban un aspecto realmente cansado al muchacho, pero no eran unas ojeras de esas de un día de juerga, eran ojeras de meses o años, eran ojeras de cansancio acumulado constante. Pero no de cansancio de trabajar mucho, o poco, o de tener una vida muy ajetreada, me daba más la sensación que eran ojeras de cansancio de vida, de hartazgo subliminal, que es el peor de todos.

¿Que qué es el hartazgo subliminal?, ese que no te das cuenta que tienes hasta que “revientas como el lagarto de Jaén” como dice mi suegra. Ese que hace mella día tras día sin que puedas frenarlo porque no lo ves, porque no eres consciente de lo que haces, porque vives por inercia siguiendo caminos que crees correctos sin escuchar lo que dice tu corazón, lo que dices tú, y cuando digo “tú” no digo lo que sale por tu boca, digo lo que sale de dentro de ti.

Y entonces medité un poco y me di cuenta que puede ser que ese hartazgo se manifieste físicamente en todos, ese no poder más con tu vida, ese estar en una cajita metido siempre, la cajita de lo “moralmente correcto, políticamente correcto, socialmente correcto”, esa caja infernal llena de juicios de valor, llena de etiquetas y de competencia e incompetencia a la vez, llena de falta de moral y falta de coherencia con el ser humano. Puede que ese hastío se manifieste en todos a modo de ojeras, a modo de chepas, de granos, de psoriasis, de enfermedades… ¿No lo veis viable?. Yo sí, estoy casi segura.

Y el problema es que este estilo de vida encajonado y encorsetado no todo el mundo lo identifica y no todo el mundo lo quiere identificar. No. Ese es el problema, pero no podemos estar constantemente salvando vidas, avisando a la gente: “Oye que mira, que tu foto del otro día me dio que pensar, que si estás bien, ¿de verdad?, ¿seguro?, ¿tu vida te llena?, pues eso, que si te llena, que si te completa, que si realmente eres feliz, ah, que sí, vale, vale, hasta luego”…

Pues eso, que no podemos convencer a todo el mundo, aunque con uno al que convenza en mi vida me sobra, y ese uno soy yo misma, algo es algo.

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LifeStyle

27-05-2016

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