El Taller de Piñero: fábrica de vajilla de alta hostelería en Alcoy

José Miguel Piñero y su Fábrica de Ideas

Si os pidiese que cerráseis los ojos e imagináseis una fábrica de ideas, no creo que pudiéseis llegar a visualizar todo aquello que vivimos, vimos y tocamos el equipo de Ocio Magazine en El Taller de Piñero. Un espacio increíble e inimaginable. Un pollo de 5 metros, unos perritos con forma de globo, unos clicks, unos cocodrilos, palmeras, bocas, pirámides, hojas, tiburones, langostas, estatuas... José Miguel Piñero nos hace un tour por las seis naves mientras nos va contando anécdotas, procesos de trabajo, curiosidades de clientes y cómo es el codearse con genios con apellidos como Adriá, Roca, Chicote, García, Muñoz, Dacosta, Roncero, Moya...

 

José Miguel Piñero nos recibe en su despacho abarrotado de piezas de su llamada "Vajilla Experimental". Y es que este hombre nacido en Alcoy, y su taller, son los responsables de las vajillas de los mejores cocineros del mundo. Esos platos de diseños imposibles en los que los chefs más conocidos presentan sus elaboraciones nacen en nuestra provincia, sí señor. José Miguel disfruta de su trabajo, se le nota en su voz, en sus historias, en la risa que se le escapa cuando habla de los proyectos que le entusiasman. Este taller creció a base de ilusión, de diversión y de atreverse con todo: desde murales a tematizaciones de locales pasando por vajillas personalizadas. José Miguel Piñero es un auténtico genio, y si no me creen, pasen y vean.


Bueno José Miguel, estamos alucinando con tu taller ¡guau! ¿Cómo has llegado hasta aquí?:
Bueno pues mis inicios fueron decorando bares con pintura mural como podía, para ganarme un poco la vida.

Es innegable que tienes un don para la pintura. ¿De dónde te viene esa faceta?: He estado obsesionado con el dibujo desde niño y he de decir que me viene un poco de familia. Mi padre era un artesano, un artista, era muy bueno. Pintaba muebles a mano, rotulaba, se le daban bien muchas cosas. Él vivía en Ceuta y un día le llamaron desde Alcoy para que se trasladase allí a trabajar. El hombre se fue de Ceuta a Alcoy con siete hijos detrás (risas). Imagínate si era bueno… Una vez en Alcoy además tuvo otros dos hijos, entre ellos, yo mismo.

Entonces, ¿tu arte viene por haber visto a tu padre toda la vida pintando?: En realidad no. Cuando yo apenas tenía 6 años mi padre se fue de casa y no pude tener mucha relación con él. Así que podríamos decir que más que vivirlo me lo ha dejado en la sangre. Lo que sí es cierto es que mi hermano Antonio, que ahora es director de la agencia de comunicación Imaginarte, tiene algo de culpa.

 

 

¿Cómo es eso?: Él estudiaba Artes y en casa estaba siempre pintando y desarrollando ideas. Cuando tenía algún trabajo de clase lo hacía en la habitación mientras yo dormía al lado. Así que estuve mucho tiempo fisgoneando y conociendo nuevas técnicas.

Tu casa debía ser un lugar curioso, nueve hermanos, genes artistas... ¿Cómo empiezas a formarte?: Durante el colegio iba a Bellas Artes como actividad extraescolar. Cuando acabé el colegio en vez de ir al instituto me fui directo a Artes y Oficios. Yo sólo quería dibujar. Estuve allí hasta cuarto y me lo dejé porque consideraba que no tenía nada más que aprender y necesitaba empezar a ganar dinero. Así que estuve como freelance haciéndole unos trabajitos a un amigo de mi hermano.

Una mente inquieta y artista, y que por la época que me hablas te tocaría ir a la famosa "mili". ¿Cómo fue esa época?: Sí, con 18 años me tocó la "mili", que es una putada, pero hasta a eso le saqué partido para seguir con lo mío. Cuando entrabas en la mili te daban un papelito para que lo rellenases y pusieras un poco tus inquietudes. Así que yo puse lo que quería desarrollar, que era dibujar. Y tuve la suerte de que me metiesen en el Museo Naval. Allí te ponían a restaurar piezas, a dibujar… Gracias a estar allí pude tener a mano mucho material que si no no habría tenido porque era muy caro.

 

 

¡Qué buena experiencia!, le sacaste partido a algo que a priori no tenía nada que ver. ¿Y cómo se te ocurre lo de decorar bares?: El tiempo en la mili suele ser un tiempo perdido, pues yo lo estuve aprovechando. Y precisamente la idea de la pintura mural en los bares tiene que ver con mi estancia en la mili. Mi compañero y yo cuando terminábamos por las noches nos íbamos “de estrangis” a un bar que tenía él en su pueblo y nos poníamos a pintar las paredes. Esa fue mi primera experiencia pintando murales.

Me encanta escuchar estas batallitas. Han cambiado mucho las cosas. Entonces ¿cuál fue tu primer trabajo como artista?: Pues cuando acabé la "mili" me puse a trabajar en la tienda de discos de mi cuñado. Allí iba gente de los garitos de la zona y yo hablaba con ellos. Les decía que hacía murales y entonces un día me dijo uno: “Yo quiero hacer algo chulo en la fachada de mi local”. Era una fachada enorme y yo estaba acostumbrado a trabajar con aerógrafos en superficies muy pequeñas, pero igualmente le dije: “Venga, vale”

Te tiraste a la piscina sin pensarlo: Sí y lo peor es que no tenía los materiales necesarios. No tenía ni el compresor ni la pistola para pintar (risas). Así que el compresor me lo tuve que hacer yo con dos motores de nevera y un extintor. Había que salir del paso como fuera.

¡Menuda historia! ¿Y cómo quedó la cosa?: Aquello se quedó súper bien. Iba pintando por las noches porque por las mañanas trabajaba en la tienda de discos. Y cuando iba a pintar, como estaba en la calle, pasaba gente y me pedían más trabajos. Al final es sacarle partido a donde estés. Yo en aquella época tenía 19 o 20 años y desde entonces no he parado de trabajar.

 

"Aquí en el taller tengo pintado un mural como un homenaje a mis inicios"

 

De pintar murales a tener seis naves industriales con más de 50 trabajadores a tu cargo especializada inicialmente en la decoración y customización de bares temáticos. ¡Qué vértigo!. ¿Cómo lo has conseguido?: Al principio tenía un localito muy pequeño, de unos 40 metros. A lo largo del tiempo me he ido haciendo con oficios, metía a profesionales de diferentes sectores a trabajar conmigo: pintura, carpintería, metalurgia... Luego ya cogí una nave de 400 metros. Y así hemos ido creciendo hasta ofrecer de todo. Con el transcurso del tiempo nos hemos convertido en una completa fábrica de ideas.

 

 

Con esa diversidad de oficios que me dices y con esa mente creativa privilegiada que tienes comenzaste a tematizar locales. Algo verdaderamente inusual: Sí, empezaron las modas de los locales tematizados, cervecerías con una decoración estilo Abadía, restaurantes con toques tropicales o cualquier cosa que alguien pudiese imaginarse. Nosotros realizábamos todas las piezas, era como transportarse a otro mundo, a otra época. En estas naves tengo un rincón especial, donde está el homenaje a mi primer mural, donde conservo piezas de esos locales tematizados.

Es alucinante José Miguel cómo has sido capaz de plasmar todo aquello que imaginas y dibujas en piezas palpables. Realmente increíble: Sí, muchas gracias.

 

 

De la tematización de locales, que continuas haciendo, das el paso a la creación de vajillas personalizadas. Y todo gracias a un caracol: Sí, sí (risas). El caracol es una historia que se me ocurrió hacer con 15-20 años al ver un cartel en la carretera que ponía : “Vendo caracoles”. En ese momento trabajaba cada fin de semana con un amigo y no dejábamos de hablar de caracoles, veíamos caracoles por todas partes (risas).

En aquella época se puso de moda ponerse pegatinas en el coche de un toro, un burro… Así que nosotros decidimos hacer una que fuera neutra, que no significase nada. Un día, volviendo de viaje en el coche lo dibujé y al llegar a casa terminé la pegatina. La gente se la empezó a pegar en sus coches. En Alcoy acabó siendo un símbolo de la ciudad.

 

 

Y ¿hasta qué punto ha sido importante ese famoso caracol para tu carrera?: Pues ese caracol pasó de ser una pegatina a una escultura que yo personalizo con distintas decoraciones. Y a un amigo, que se dedica a vender mantelería de alta gama –ha trabajado con Ramón Freixa y otros grandes chefs- se le ocurrió regalarles mis caracoles personalizados a sus clientes.

Un día le dije que si iba a regalar alguno que me avisara para ir a conocerles yo también. Así que allá que fuimos a llevarle un calacol a Alberto Adrià. El tío lo vio y le encantó. Me preguntó mil cosas: de qué estaba hecho, dónde los hacía… Yo le conté todo lo que yo hacía, le enseñé piezas… A él se le iba iluminando la cara con todo lo que le explicaba hasta que me dijo: “Eres la persona indicada para llevar la vajilla de mi restaurante”.

Vaya, vaya con el caracol. ¿Qué te pareció a ti esta propuesta? ¿Habías trabajado antes haciendo vajillas?: Al principio no me entusiasmó, porque lo mío era la decoración de bares, pero ahora mismo estoy encantado con todos los proyectos que he tenido.

 

 

Así se completa el concepto de esta auténtica Fábrica de Ideas que me contabas antes ¿verdad?: Sí. Hemos ido evolucionando de tal manera que sin darnos cuenta nos hemos convertido en una fábrica de ideas. Los clientes vienen aquí con algo en mente y nosotros les damos forma. Lo bueno que tenemos aquí, como te decía, es que hemos ido incorporando todos los oficios, así que ahora trabajamos todos los materiales que necesitamos para crear. Eso nos permite gestionarlo todo desde este taller.

¿Qué vajilla te ha gustado más?: La de Heart Ibiza. Ese fue un trabajo que me pidieron los Adrià y el Circo del Sol. Para mí ese pedido fue un cambio brutal. Ahí acababa de empezar con el tema de las vajillas. Tuve la suerte de empezar por la parte alta de la pirámide.

La verdad es que estoy viendo los diseños y guau, son súper llamativos. ¿Qué plato en concreto te ha parecido más original?: Hay una pieza que hemos hecho para el Celler de Can Roca que es increíble. Es una bola del mundo para servir snacks. Cada uno procede de una parte del mundo y tienes que ir poniéndolos en la parte del globo correspondiente y cuando aciertas todos se abre la bola y tienes un plato final que simula el núcleo de la Tierra. Esto es lo más bestia que me han pedido.

¡Qué pasada! Supongo que trabajar con chefs de ese calibre debe ser un trabajo muy exigente…: Da gusto trabajar con ellos. Son genios y si están donde están es por algo. Y son artistas también, porque aplican el arte a la comida. La verdad es que tengo muy buena relación con todos los chefs con los que he trabajado, Ferràn y Alberto Adrià, Paco Roncero, Dani García…

 

 

Entre genios os entendéis. Y ahora que estás tan inmerso en el mundo de las vajilla ¿Sigues dedicándote a dibujar?: Claro, sigo dibujando siempre que puedo. Además mi hijo Leo ya da señales de que le gusta esto también. Yo no le quiero forzar pero el otro día ganó un concurso de dibujo que fue el primero que gané yo, con la misma edad que él: 8 años.

Qué coincidencia tan bonita. Lo lleva en la sangre, de eso no hay duda. Y ¿qué tal te sientes aquí en Alcoy?: Alcoy nos pidió el diseño del cartel de fiestas, que es el reconocimiento más grande que puede darte (risas). Cuentan conmigo.

De hecho cuando ha venido, por ejemplo, el Real Madrid, el obsequio que le ha hecho el Ayuntamiento es un caracol personalizado. En navidades me suelen pedir cosas. Un año me pidieron un trineo tirado por caracoles en vez de por renos y lo pusieron en la Plaza de España. Todo esto ideas del Ayuntamiento, no mías.

Por lo que veo te han pedido ya todo tipo de cosas… ¿Ya no te sorprende nada?: Siempre me hacen la misma pregunta y me cuesta responderla (risas). Los trabajos que más me descolocan son los que más dificultad tienen. Me pidieron que hiciese una habitación llena de huevos fritos y setas colgando, la mesa también era una seta.

 

 

Curioso. La verdad es que no dejo de sorprenderme con cada cosa que veo por este tour que nos has hecho por el taller/museo. ¿Cómo llevas a cabo el proceso creativo de cada figura?: Yo primero dibujo el diseño, hago el prototipo con plastilina -de la de los niños de toda la vida-, después se esculpe y se hace un molde, se saca la reproducción en fibra de vidrio en este caso -las de metal llevan otro proceso-. Aquí funcionamos bajo presión un poco. Hay veces que tenemos que hacer trabajos en tiempos record.

Plastilina, todo empieza como un juego de niños. ¿Cuál el el ritmo ahora mismo en el taller?: Pues ahora mismo hacemos más de un bar por semana, así que imagínate.

 

 

¿En qué punto dirías que se encuentra ahora el taller?: Ahora estamos entrando en la fase de internacionalización. Hoy nos han hecho nuestro primer pedido para el mercado asiático. Para un restaurante en Hong Kong que se llama Catalunya. Y tenemos otro encargo para la República Dominicana.

Enhorabuena José Miguel. ¿Te imaginabas que ibas a llegar tan lejos?: No me imaginaba esto la verdad. Yo no monté un negocio pensando que estaba montando un negocio, lo hice para disfrutar.

Por lo que veo has aprovechado cada circunstancia para extraer algo positivo para tu profesión ¿Qué crees que será lo próximo?: No se que será, lo que me gusta es el punto al que estamos llegando. Es mucho más divertido porque te pueden llegar mil cosas que hacer. Por ejemplo, ahora mismo estamos haciendo un pollo de 5 metros (risas). Es satisfactorio que los clientes confíen en mí y me den vía libre para desarrollar los proyectos.

 

CURIOSITY:

El pasado 9 de febrero de 2017 se estrenó en Alcoy el documental "El Maker de los Chefs", basado en la figura de Jose Miguel Piñero y su última faceta profesional ligada a los grandes chefs. En dicho documental se cuenta el día a día de Piñero en su taller, su trayectoria profesional en sus 25 años de profesión y la aportación creativa con la fabricación de las llamadas Vajillas Experimentales para los restaurantes de los mejores chefs del mundo.

 

 

Además aquí puedes visualizar una entrevista de Ferrán Adrián en El Taller de Piñero.

 

El Taller de Piñero

Polígono Industrial Cotes Baixes - C/ B-21, Naves 1,2,3 y 4
03804 Alcoy (Alicante) - España
Telf: 965 524 455
Móvil: 629 027 296

Artículo sobre:

Protagonistas

29-10-2017

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